9 de octubre de 2011

Hombre de Paz

Continuamos los escritos que nos mandara Juan Manuel Fernández Triana sobre el Padre José Vandor, porque Octubre es el mes por excelencia para hablar de este extraordinario sacerdote. También en este mes iremos compartiendo diversos escritos que nos han enviado otros queridos hermanos desde distintos lugares. Igualmente tenemos planificado experimentar próximamente con algunos cambios en el diseño del blog. Mientras todo esto tiene lugar, nos encantaría si nos hacen llegar sus sugerencias y críticas para mejorar este sencillo espacio. ¡Gracias!

Padre José Vandor, Hombre de Paz.
Por: Juan M. Fernández Triana.

El secreto de todo el cariño de que era objeto el P. Vandor, estaba encerrado en su Bondad, en su extraordinaria Dulzura, en su exquisita Amabilidad Complaciente, que nacía de esa íntima unión con Jesús Sacramentado en quien confió siempre, incluso en los momentos de mayor prueba.  El prisionero del altar, -como él lo llamaba- era su alimento, su descanso. Delante del sagrario pasaba horas de oración, por la noche sobre todo.


Delante de Jesús Sacramentado renovaba continuamente ese SÍ que dijo en su profesión religiosa el 3 de octubre de 1928, en ese deseo continuo de acercarse a Dios, de un día poder gozar de su presencia en las Moradas Eternas.

Octubre, ha sido llamado el mes del P. Vandor, en ese mes nació (el día 29), en ese mes fue bautizado (el día 31), se hizo salesiano (el día 3) y murió (el día 8). Pero lo más importante es que fuera el tiempo que fuera, al acercarnos a la fascinante vida del P. Vandor, uno descubre que la primera razón de su vida ha sido la  convicción del amor de Dios a lo largo de su historia personal que manifestó a los que tuvieron la bendición de compartir con él, y los que podemos conocerlo a través de su legado y de su estela de santidad.

ANTE EL SAGRARIO
(Septiembre 1 de 1961)

Una y otra vez más,
estoy donde estás:
frente al Sagrario,
dulce solitario.

Tú me miras, lo sé,
me lo dice la fe;
espera te diga
mis penas y fatigas.

De mis alegrías,
que cual regalías
Tu amor me diera,
hable yo ahora.

Te abro mi alma
con amor y calma;
le quitas las penas
y con gracia llenas.

Por tu amor en don
te doy mi corazón;
por ti quiero vivir,
como también morir.


“Oh Dios, Padre de misericordia, que haces  de tus santos, imágenes vivas  de tu amor. Tú que has hecho del Padre Vandor un sembrador de paz entre nosotros y un modelo de aceptación de tu santa voluntad, concédeme por su intercesión, esta gracia que tanto necesito (se nombra  aquí la gracia)
Y que con profunda fe te pido.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.”

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