23 de julio de 2011

COMO UN GRANITO DE MOSTAZA

La lectura del Evangelio del domingo pasado nos presentaba a Jesús hablando del Reino de los Cielos. Y Jesús comparaba al Reino de los Cielos con un granito de mostaza. La mostaza, una de las semillas más pequeñas que sin embargo crece hasta volverse un árbol frondoso. Siendo joven, me atraía esa metáfora botánica, y como en Cuba no había árboles de mostaza, trataba de imaginarme un equivalente criollo. ¿Quizás la ceiba? Es uno de los árboles cubanos más grandes, de la misma familia (Bombacaceae) que los africanos baobabs. Y sus semillas son pequeñas, esparcidas ampliamente gracias a unas fibras, que lucen como de algodón, que las rodean y las ayudan a “volar” en el aire…

Comoquiera que fuera, esta parábola del grano de mostaza es bien interesante, y muchas reflexiones pueden derivarse de ella. Nuestro párroco decía en la predicación que la semilla de mostaza podía ser como una imagen de cada uno de nosotros. Sí, al igual que ese minúsculo grano tiene el potencial de desarrollarse y volverse algo incomparablemente más grande, nosotros también tenemos la capacidad de volvernos algo especial y significativo.  

Detengámonos un momento a re-pensar estas palabras con calma. Cada uno de nosotros tiene el potencial de ser algo GRANDE en este mundo, en este caminar hacia Dios que desde ya es parte del Reino de los Cielos. Nuestra vida tiene la capacidad de volverse algo SIGNIFICATIVO. Nuestro temporal y pequeñísimo paso es sin embargo una oportunidad de dejar una HUELLA. Y esto está al alcance de TODOS y cada uno de nosotros.

Seguro que muchos pensarán que esto es pura palabrería, propaganda sin sentido. A fin de cuentas, ¿no hemos visto mil veces por ahí el mismo mensaje? Quién no se ha topado con libros que prometen “éxito”, “riqueza”, “control financiero”, “triunfo”, matrimonios sin problemas, inversiones que dan el ciento por uno. Cuántos “expertos”, “entrenadores”, “gurús”, “visionarios” venden sus capacidades –en prácticamente cualquier cosa. Cuántas promesas de pasos fáciles, sin dificultades o retrocesos para vencer en esta vida y ser uno de ésos que “hacen la Historia”… pero desgraciadamente todos sabemos que la vida es mucho más complicada que eso. Los millones de personas que diariamente sufren, fracasan, carecen y desesperan de tantas cosas son una prueba evidente de esto. La vida no se arregla hojeando un librito, escuchando los consejos de un experto, leyendo un blog, buscando “la varita mágica” que nos resuelva nuestros problemas, carencias y necesidades.

Entonces, el mensaje del Evangelio podría colocarse en la misma categoría, ¿verdad? A fin de cuentas, la Biblia podría catalogarse como otro libro más, los sacerdotes como otros “expertos” más, las enseñanzas del magisterio de la Iglesia como otro de esos sin-sentido que prometen un éxito fácil que nunca sucede –o que sucede sólo a muy pocas personas… Pero, si pensamos así estamos equivocados. 
La dinámica del Reino de los Cielos no se basa ni se mide con los “parámetros” de este mundo. Éxito, prestigio, poder, riqueza, triunfo, fama… todas esas palabras tienen un sentido completamente distinto cuando se analizan desde las coordenadas de Jesucristo. Nuestro “ideal” no es equivalente al mensaje de Dios. Por eso se vuelve tan difícil para muchas personas entender y aceptar el mensaje cristiano. Por eso muchos, a lo largo de la historia, han distorsionado (con sus actitudes, palabras, escritos) el verdadero mensaje de Dios, que se nos manifestó en plenitud con su Hijo. Cada vez que miramos a la Iglesia desde una óptica pura y estrictamente mundana, estamos fallando, miserablemente, en nuestros estimados. Se nos escapa el verdadero sentido como agua entre las manos.

Volviendo a la idea inicial de este escrito, pensemos nuevamente en el granito de mostaza. Y en la posibilidad de volvernos algo GRANDE, SIGNIFICATIVO, ESPECTACULAR. Seguramente estábamos, al menos inconscientemente, pensando en coordenadas humanas. Pensando en la posibilidad de volvernos famosos, ricos, prestigiosos, poderosos, importantes… Si andábamos por esas avenidas del pensamiento, estábamos equivocados. La GRANDEZA del Reino de los Cielos no es ésa. Cualquiera que haya frecuentado un templo debería saber de  qué estamos hablando. La grandeza del Evangelio es el volverse pequeño, servidor de los demás, insignificante (si se quiere) a los ojos de este mundo, pero NO a los ojos de Dios.

Cualquier “especialista” en “vidas exitosas” pensaría que esto es una locura, algo sin sentido que no nos llevaría a ningún lugar. Desgraciadamente hay muchos por ahí que piensan así. Afortunadamente también hay muchos que sí creen en esta “grandeza del granito de mostaza”. Cada uno de nosotros podría nombrar muchos que dedican sus vidas a los demás, desde el anonimato, desde el servicio, desde la consagración a Dios y a sus hermanos los hombres. No necesitamos escribir nombres aquí; porque cada lector puede también pensar en los nombres que le vengan a la cabeza sobre ésas personas que hemos conocido o conocemos y que son GRANDES en el Reino de Dios. Esos granitos de mostaza que andan esparcidos por todo el mundo, muchas veces creciendo entre tantas malezas y distracciones.

Y nosotros, ¿dónde nos colocamos en esta “parábola botánica” del Reino de Dios? ¿Nos contentamos con ser una pequeña planta, que nunca alcanzó su POTENCIAL? O peor aún, ¿nos dedicamos a ser malezas? ¿O quizás todavía estamos en la fase de semilla sin siquiera preocuparnos por germinar?

Dondequiera que nos encontremos cada uno de nosotros en lo particular y personal, es tiempo de pensar otra vez en este llamado a la GRANDEZA que nos hace Dios. Y no olvidarnos del tipo de GRANDEZA del que estamos hablando.

Tengamos fe en nuestras capacidades, en todo lo que podemos con la ayuda de Dios, en todo lo que estamos llamados a hacer, TODOS Y CADA UNO DE NOSOTROS, en este Reino que espera por nuestra participación consciente y determinada. Así que ánimo… y a continuar nuestro esfuerzo desde la pequeñez para volvernos grandes árboles en la Iglesia de Jesús, como cada uno estamos llamados a ser.

Y como estamos hablando del granito de mostaza y de LA FE, los dejamos con una canción que resume bien el sentir de este escrito: http://www.youtube.com/watch?v=3Xo4dD2OWtI&feature=related

2 comentarios:

Abby dijo...

¡Si todos tuviéramos un poquito de esa FE, qué bien andaría el mundo!
Pero lo importante es estar conscientes de que todas y cada una de nuestras buenas acciones tienen una consecuencia positiva en este mundo.
¡Y las montañas se moverán!

Anónimo dijo...

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