28 de abril de 2011

DISFRUTANDO LA VIGILIA PASCUAL

El Sábado Santo es la celebración más larga en la liturgia de la Iglesia Católica. Fácilmente puede extenderse dos horas –o más, dependiendo de la dinámica del lugar donde se celebre. No es raro, entonces, encontrar personas que se quejan de lo agotadora que es esta celebración. Recordamos algunos sacerdotes y parroquias (en Cuba y fuera de Cuba) que se esforzaban y/o esfuerzan por “reducir” la duración de la misma. Cuando se piensa desde esas coordenadas, es práctica común el eliminar algunas lecturas, acortar la homilía, “saltarse” el canto de las letanías, etc. “Que todo sea por el bien de los feligreses”, se piensa. “No hay necesidad de agotar a las personas”, se argumenta. Parece razonable, especialmente en esta sociedad donde el tiempo es uno de los bienes más escasos y codiciados…

Lo que pasa es que si se aplica esa misma “lógica” a otras facetas de la vida, las cosas no se ven igual. ¿Se imaginan a alguien que proponga “acortar” los festejos de Año Nuevo -con el pretexto de que la fiesta del 31 de Diciembre es tan larga y agotadora? O que se reduzca la duración de los seriales de TV, las películas, eventos deportivos, conciertos de artistas famosos, etc. No es difícil adivinar que por allí no se llega a ningún camino. Pero, más que debatir por qué a veces claudicamos tan fácilmente en la Iglesia, queremos comentar aquí sobre las muchas oportunidades de disfrutar la Vigilia Pascual. 

22 de abril de 2011

AL PIE DE LA CRUZ

Hoy, Viernes Santo, uno de los momentos centrales de la celebración es la Adoración de la Cruz. Uno no puede dejar de pensar en lo dolorosa y torturante que fue la muerte de Jesús. La extraordinaria película “La Pasión de Cristo”, dirigida en 2004 por Mel Gibson, refleja como ninguna la violencia y sufrimientos extremos que El sufrió. Muchos comentarios pueden hacerse de esta celebración, centro y cumbre en la vida de los cristianos. Seguro que en las homilías de hoy, alrededor de todo el planeta, se ha reflexionado de muchas maneras y desde múltiples facetas sobre el tema. 

Al arrodillarse ante la Cruz en el momento de la adoración, mil ideas vienen a la cabeza en esos pocos segundos –antes que a la que persona que sigue en la fila le toque su turno. Esa Cruz de Cristo es nuestra salvación y redención. Y quizás también es un recuerdo de que, cada uno de nosotros, tiene que llevar su cruz personal. Cada uno de nosotros tiene su propio Calvario que recorrer en nuestras vidas, diferente, único e individual, pero imposible de evitar.

La cruz personal de cada uno de nosotros, muchas veces nos agobia y nos cuesta cargarla… ¡Tantas veces quisiéramos deshacernos de ella! Indudablemente que el Viernes Santo nos muestra el ejemplo y llamado de Jesús a abrazar nuestra propia cruz y seguir adelante. Duro, bien duro. Tiene  que haber sido TERRIBLE para Jesús el haberse sentido solo en las largas horas de su Pasión. El que nos amó y ama tanto, tiene que haber sentido en su condición humana el inmenso dolor de la soledad y el  tremendo peso de su cruz. Ojalá que mirando y concientizando el sufrimiento de Jesús tengamos ánimo e inspiración para cargar con nuestras personales cruces.

Pero aún así hay otras cruces que también nos agobian: la de los demás, especialmente aquellas personas más cercanas y queridas. ¡Cuántas veces sufrimos y nos preocupamos con las cruces de otros! Quisiéramos hacer algo por aliviar su sufrimiento. Como Simón de Cirene tratamos de ayudar con el peso de la cruz ajena (a veces lo hacemos con gusto, otras no… como el cireneo). Pero en realidad no podemos cargar con la cruz de los demás. Tenemos que aceptar, sino desde el corazón al menos desde la Fe, que cada cual tiene que recorrer su propio camino.  Que Dios está detrás de cada uno de nosotros y El sabe lo que mejor nos conviene. Y TODO sucede para nuestro mayor (aunque no necesariamente inmediato) bien. La dinámica de la salvación es a veces enredada a los ojos humanos, y en ocasiones puede parecer lo contrario… Pero Dios está a nuestro lado, velando por cada uno de nosotros. Tenemos que unirnos a Jesús y abrazar nuestra cruz. Y decir con El: “En tus manos encomiendo mi Espíritu”.

Y, al final, no olvidarnos nunca que detrás de la Pasión y Muerte, vienen la Resurrección y la Vida Eternas.

18 de abril de 2011

Invitación a rezar el Rosario el Viernes Santo

Un buen amigo en España, Eugenito, nos ha mandado un correo con una invitación para el Viernes Santo que queremos compartir con los lectores del blog. Nos parece una magnífica idea para esta Semana Santa. Tenemos varios artículos más que poner en el blog, pero los últimos tiempos han estado complicados y se nos ha dificultado terminar los trabajos. Si Dios quiere los iremos poniendo en los próximos días. Mientras tanto nos hacemos eco de la invitación recibida:

¡Imagínense lo que pasaría si todos los católicos del mundo rezaran el Rosario el mismo día! De hecho existe un precedente: en Octubre de 1573 Europa se salvó de ser invadida por la poderosa armada Turca cuando todos los cristianos del momento se pusieron a rezar el Rosario.
Por eso te invitamos a rezar el Rosario el Viernes Santo por la paz del mundo y el retorno de los valores morales a nuestras comunidaddes. Si te es posible, por favor rézalo entre el mediodía y las 3 pm. Ojalá y podamos unirnos todos en el rezo del Rosario, una de las oraciones más poderosas, en este Viernes Santo, uno de los días más Santos del año litúrgico. ¡Que Dios nos bendiga a todos!

12 de abril de 2011

COMPARTIENDO RIQUEZAS: MENSAJE PARA LA CUARESMA Y MAS ALLA

Un buen amigo de Santa Clara, que hace años vive en Miami, nos envió este bonito mensaje sobre cómo vivir la Cuaresma. Nos parece que el texto es válido para cualquier tiempo de la vida y por eso lo compartimos con gusto con los lectores. Ahora que la Cuaresma llega a su fin les deseamos una buena Semana Santa a todos. ¡Y muchas gracias, Alemán, por compartir esta riqueza con nosotros!

10 de abril de 2011

COMO UN ANGEL DE DIOS

Con mucho placer compartimos hoy un relato que nos ha mandado Bartolo Ugalde Ramírez desde Cuba (Parroquia La Purísma de Manzanillo). ¡Muchas gracias, Bartolo, por contribuir al blog!


A nuestro Papa…Juan Pablo II

6 de abril de 2011

REFLEXIONES SOBRE LA PASTORAL JUVENIL EN CUBA, SEGUNDA PARTE

En la primera parte de una serie sobre la Pastoral Juvenil (PJ) en Cuba, a manera de introducción, recorrimos algunas condiciones políticas, sociales y económicas que han marcado a los jóvenes del país durante el último cuarto de siglo. Ahora nos enfocaremos en los desafíos eclesiales del trabajo con la PJ. En futuras entregas comentaremos sobre experiencias personales del trabajo con los jóvenes. 

Queremos aclarar que los datos que siguen se basan en la experiencia de Jose con la PJ de Manzanillo entre 1993 y 2005 (y en menor medida también en su participación con el equipo diocesano por esas mismas fechas). Obviamente esto no representa la realidad nacional, ni tampoco abarca lo sucedido en los últimos 6 años en Cuba. Por tanto, algunas situaciones pueden estar desactualizadas o superadas. Pero quizás parte de las ideas expresadas tienen validez todavía. Juzguen por Uds. mismos.

En los grupos de PJ apenas 20% de los jóvenes venía a la Iglesia desde pequeño, y más de dos tercios comenzaron a asistir en los últimos 5–10 años. Un alto porcentaje proviene de hogares divididos, con padres divorciados, y la mayoría de sus  familias no asiste a la Iglesia. Tres de cada cuatro han experimentado estar becados de una u otra forma. Un tercio ha cursado estudios universitarios (probablemente en la actualidad la proporción sea mayor a raíz de la “universalización de la enseñanza” de los últimos años). Muchos tienen familiares o amigos en el extranjero, y la mayoría quiere irse del país, por cualquier vía posible. La proporción de jóvenes sin estudiar ni trabajar oscila entre 20-30 %; aunque esto es muy dinámico, porque constantemente hay quienes consiguen un trabajo o estudio, y otros que pierden o abandonan lo que tenían.

La mayoría asisten a misa dominical, aunque no prestan mucha atención y es poco probable que VIVAN la Eucaristía (para ser justos: sería interesante analizar qué proporción de adultos hace lo mismo en nuestras Iglesias, a lo mejor en esto son iguales a los jóvenes). Menos de un 20 % está comprometido con alguna pastoral (en su mayoría catequesis de niños y adolescentes, y misioneros), aunque muchos muestran disposición por ayudar en algo. Respecto a sus conocimientos eclesiales, más del 80 % no sabe lo que fue el ENEC, y no ha leído nunca “El amor todo lo espera” ni ningún otro documento episcopal cubano importante. La mayoría conoció del mensaje que Juan Pablo II dejó a los jóvenes (básicamente porque en esa época se realizaron muchos encuentros sobre la visita papal a Cuba), pero probablemente pocos recuerden de qué trataba. En general hay un grado significativo de desconocimiento sobre la historia más reciente de la Iglesia (¡esa historia que coincide con sus años de vida!). Las nociones sobre Catequesis, Moral Cristiana, Biblia (por no hablar de Teología, Filosofía, Doctrina Social, etc.) son rudimentarias, cuando no erróneas.

Al analizar el trabajo de la PJ en su conjunto es evidente el gran avance que ha experimentado en los últimos años. Una mirada atrás (del ENEC hacia acá) habla por sí sola del interés, esfuerzo, recursos y amor que se han invertido con entusiasmo y entrega por y para los jóvenes. La PJ está organizada y estructurada en el ámbito nacional, con objetivos, metas y propósitos claramente definidos. Existen valiosos materiales disponibles (escritos y audiovisuales), algunos elaborados en Cuba y con lenguaje apropiado a nuestro contexto. Hay muy buenos sacerdotes y monjas trabajando en o para la PJ, algunos de notables talentos y capacidades. Igualmente hay numerosos laicos y jóvenes comprometidos de lleno como animadores de la PJ.

También se reconoce en las parroquias que la PJ es importante. Los jóvenes son el futuro de la Iglesia, y la Iglesia del futuro. Sin embargo, muchos consideran la PJ como algo de no mucho éxito, quizás porque “no se palpan” resultados a corto o mediano plazos. Se invierten muchos recursos humanos y materiales, se trabaja duro, pero muchas veces los jóvenes no responden como se esperaría. La proporción que persevera entre el total que se acerca a la PJ es baja y aún ésos que permanecen no necesariamente se comprometen activamente en la comunidad.

Sin embargo, sólo Dios sabe cuánto bien ha hecho la  PJ en Cuba. Sólo Él sabe lo que queda en el corazón de cada uno de esos jóvenes que pasan por la PJ y siguen de largo. Nosotros somos sólo sembradores, y a Dios corresponde decidir dónde, cuándo y cómo germinarán las semillas, y quiénes recogerán sus frutos. En el campo espiritual es inapropiada cualquier comparación que evalúe solamente desde una perspectiva  de “esfuerzos–resultados”. Pero, claramente, hay siempre aspectos a mejorar. Lo que sigue es una valoración crítica de qué pudiera cambiarse en la PJ en Cuba.

Aunque la PJ está bien organizada a niveles “supracomunitarios” (vicarial, diocesana, nacionalmente), quizás se descuida algo el nivel más importante: la base. Poco importa cuán brillantemente formulados estén objetivos y metas; cuán excepcionales sean los asesores; cuántas reuniones organizativas preparen los equipos directivos... Al joven “de a pie” no le importa tanto saber cuál es el obispo asesor nacional de la PJ o quién es el sacerdote encargado en la diócesis. Más bien le importa que sus asesores y animadores comunitarios estén cercanos física y sentimentalmente; que les pueda confiar los problemas que le agobian y que pueda encontrar respuestas que le ayuden en su vida; que se sienta querido y acogido en el grupo.

Otro aspecto vital es la formación que se les brinda en la Iglesia. Los jóvenes actuales han vivido en un entorno cambiante, donde lo que era malo ayer, hoy es bueno (y mañana ¿quién sabe?). Muchos fueron arrancados de sus hogares a edades tempranas y crecieron lejos, entre valores morales cuestionables. Desarraigados, decepcionados, incrédulos hacia el futuro, que parece incierto; con poca o errónea cultura religiosa; indisciplinados, mal educados, sin hábito de escuchar al que habla...

Desgraciadamente muchas veces estas realidades no se toman en cuenta plenamente al preparar los encuentros. Es necesario “bajar” para escuchar sus criterios, vivencias, angustias y desafíos. Y explicar las posiciones de la Iglesia desde una óptica “no condenatoria”, ofrecer el mensaje enriquecedor de Jesucristo adecuado al contexto que ellos viven. Es crítico proporcionarles opciones y modelos reales, concretos, creíbles, para vivir como cristianos en el mundo actual. Cuando se descuida la manera de dirigirse a los jóvenes, puede suceder que ellos se distancien de la Iglesia.

Igualmente imprescindible es tratar de vincular al joven con algún compromiso comunitario, para que pueda EXPERIMENTAR (y no solamente  CONOCER) el cambio de vida que necesita  toda conversión y camino hacia la fe en Jesús. Es verdad que lo jóvenes suelen ser inconstantes en sus responsabilidades, cuando no se niegan a asumirlas. Pero esto no nos exime de seguir proporcionándoles opciones. En este sentido sería muy útil que otras pastorales se volcaran más hacia la PJ, un tema sin dudas polémico. Sin embargo, muchas pastorales tienen bastante campo para los jóvenes. Y la experiencia demuestra que cada vez que se vinculan, hay beneficios mutuos y un mayor sentimiento de comunidad en la Iglesia. Además de la ganancia que supone contar su entusiasmo, energía y entrega.

El tema “vocacional” entre los jóvenes se ha tocado siempre de forma deficiente en la PJ, y lo poco que se habla se enfoca solamente a la opción para la vida religiosa. Esto se traduce a la “captación de jóvenes prospectos”, que se preparan en especiales encuentros y retiros “vocacionales”. El trato no cuidadoso de esta realidad lleva a cierto distanciamiento entre éstos “vocacionables” (como se les llama) y los demás jóvenes, con consecuencias no siempre favorables. Preparar para el matrimonio (o para vivir un noviazgo, o  para discernir qué carrera o estudio seguir en el futuro) son también temas “vocacionales”, aunque la preparación para este tipo de vocación usualmente se descuida o en el peor de los casos se ignora. En este sentido la Pastoral Familiar, en conjunto con la PJ, podría ocuparse un poco más del seguimiento, formación y preparación de los novios; y, además, utilizar la no despreciable fuerza del ejemplo de amor y entrega que proporcionan nuestros matrimonios y familias cristianas. Porque pretender que nuestros jóvenes vivan noviazgos serios, constituyan en el futuro matrimonios ejemplares, se sientan realizados profesionalmente en sus trabajos, etc., sin darles ninguna preparación ni acompañamiento previo, es ingenuo.

Otro punto vital, increíblemente descuidado muchas veces, es la vida  espiritual de los jóvenes. ¿Cómo pretender que cambien sus vidas (actitudes y comportamientos) si no se les ofrecen suficientes espacios para el desarrollo de su espiritualidad? ¿Cuándo INTERIORIZAREMOS (y actuaremos en consecuencia) de que sólo la EXPERIENCIA de una relación profunda con Jesús es la que puede TRANSFORMAR las vidas de las personas, y no la cantidad de actividades que seamos capaces de realizar? Este descuido se palpa en la falta de promoción de momentos para la vivencia personal, íntima y vivificante de Dios (sea un grupo de oración, rezo del Rosario antes de la Misa, visitas al Santísimo, invitación a la oración en la vida diaria, fomento de cualquier devoción, retiros, celebraciones penitenciales, etc.). Recordemos que nadie aprende solo. Hay que aumentar cuantitativa y cualitativamente los momentos que se dedican a la oración en la PJ, especialmente la oración personal.

También es importante la frecuencia con que los jóvenes se encuentran en la Iglesia (usualmente una vez por semana, más la misa dominical). Es muy difícil que alguien pueda influir en la vida de alguien si sólo los ve un par de horas a la semana. Las buenas, al igual que las malas influencias son, sobre todo, cuestión de tiempo. Aunque es muy difícil preparar más de un encuentro formativo semanal, no lo es tanto el promover que los jóvenes frecuenten más la Iglesia como grupo. Puede ser para jugar, escuchar música, ver videos, conversar. Que el encontrarse en la Iglesia con cualquier pretexto sea algo que motive, impulse y anime a la PJ. Esto también es formación, y es promover otras influencias además de las de la calle. Aún mejor sería lograr que los propios jóvenes sean los responsables de estos encuentros, si se logra interesarlos en los mismos y crearles un sentido de pertenencia a la Iglesia como grupo, ya se estará caminando seria y positivamente en el mejoramiento de la PJ.

En cuanto a la participación de los sacerdotes, es útil destacar que ni el trabajo de laicos o religiosas, aún siendo ejemplos de entrega y dedicación, puede suplir su labor. A veces parece que con tanto trabajo pastoral y tantos desafíos apremiantes, los sacerdotes se ven agobiados y sin tanto tiempo disponible para los jóvenes como antes. Y que conste que no es lo mismo “estar cerca de la PJ” a “estar cerca de los jóvenes”. Vienen a la mente San Juan Bosco y el Padre Félix Varela. En una época en que la juventud corría grave peligro, Don Bosco fue especialmente sensible a su situación y les consagró su vida y muchos talentos; no en balde Juan Pablo II lo nombró “Padre y Maestro de la Juventud”. El Padre Varela también dedicó grandes esfuerzos a formar y acompañar los jóvenes de su época; y después, lejos de Cuba (y de sus jóvenes) se lamentaba con una frase llena de hondo cariño y profunda confianza: ”...diles que ellos son la dulce esperanza de la Patria...”

Precisamente porque son la esperanza de la Patria y de la Iglesia deberíamos dedicarles más tiempo y corazón a los jóvenes. Ojalá y no sea demasiado tarde.