12 de febrero de 2011

REFLEXIONES SOBRE LA PASTORAL JUVENIL EN CUBA, PRIMERA PARTE

Vamos a dedicar varios comentarios al trabajo de la Pastoral Juvenil (PJ) en Cuba. Queremos empezar con un recuento de la vida y experiencias que les ha tocado enfrentar a los jóvenes que hoy asisten a la PJ en las parroquias cubanas.

La PJ se enfoca principalmente en jóvenes de entre 15-30 años. La mayoría nacieron a fines de la década de los 80. “El Mariel” para ellos es sólo una referencia anecdótica, contada por alguien de mayor edad (aunque posiblemente alguien de su familia o amigo cercano emigrara en esa época). El bloqueo de Estados Unidos era algo que no importaba mucho, pues en ese entonces la URSS era “todopoderosa” y junto a ella todo iría bien. La religión era “el opio de los pueblos”, anticientífica, llena de tabúes que limitaban y empobrecían al hombre. Justo en esa misma época en Cuba ce celebraba el ENEC.


Estos jóvenes comenzaron a hablar y dar sus primeros pasos cuando Mijaíl Gorbachov y la “perestroika”. Aún en edad preescolar los sorprendió el “Período Especial”, y todo lo que esto significó en miseria, desesperanza, privaciones... De repente “el campo socialista” había desaparecido, la URSS ya no era tan buena (y además tenía gran parte de la culpa en nuestras debilidades económicas). El bloqueo de Estados Unidos era asfixiante; y el término “Economía de Mercado” y “Ley Torricelli” eran malas palabras.

Estando en la escuela primaria, los obispos cubanos dieron a conocer su Carta Pastoral “El amor todo lo espera”, y el país volvió a tener a un Cardenal. El dólar se legalizó (y se convirtió en una especie de “non plus ultra” que había que tener para ser Alguien). Reaparecieron los Mercados Agropecuarios, las empresas mixtas cobraron fuerza y se volvió normal la visita de familiares “en el extranjero” y su generoso envío de “remesas”. Se vivió “la crisis de los balseros” y se hablaba del “Carril Dos de la Torricelli”. El término “Economía de Mercado” ya no sonaba tan mal, especialmente si se le agregaba al final “Socialista”, y se pensaba en China o en Vietnam.

Estos muchachos terminaron la escuela primaria cuando la visita de Juan Pablo II, el mundo se abrió a Cuba, y (si se cree lo que decía la prensa cubana del momento) resultamos ser el país más respetuoso con la religión en todo el planeta.

Al comenzar la enseñanza media vino la experiencia de las “becas” y “escuelas al campo”. La familia pasó (necesariamente, dada la lejanía) a un plano secundario, y con ella todos sus posibles valores; los cuales se sustituyeron en parte, y por defecto, con las experiencias de la vida en becas. Así, alrededor de los 15 años de edad, comenzó el período de “hacerse hombres y mujeres” (entre comillas por lo cuestionable de esta afirmación). Un alto porcentaje tuvo en estos tiempos sus primeras experiencias sexuales, muchas veces traumáticas. Desgraciadamente muchos profesores de “las becas” se involucraron en estas situaciones (en otros países acciones similares se hubieran catalogado como prostitución infantil y/o pedofilia; pero en el terrible océano de desgracias de Cuba al comienzo del nuevo milenio éstas y muchas otras barbaridades pasaron inadvertidas o se minimizaron).

Por esta época la moda fundamental era “el bombo” -moda que, por cierto, mantiene su vigencia. Las palabras del día eran Ley Helms–Burton, globalización y neoliberalismo (las malas palabras), jinetera y cuentapropista (las nuevas  palabras) y marketing y eficiencia empresarial (las buenas palabras).

Empezar la universidad coincidió también, como otra desgracia más, con la llamada “Revolución Educacional”, parte de la tristemente famosa “Batalla de Ideas” (que surgió a raíz de los sucesos relacionados con el niño Elián González). El inmediato resultado de esta “revolución” en la enseñanza fue un deterioro extraordinario en la calidad de la misma. Cualquiera podía ahora estudiar a cualquier nivel, pero los conocimientos adquiridos eran bien cuestionables.

Y, de repente, estos jóvenes se encontraron con “la enfermedad de Fidel”, el traspaso de poder al hermano, los cambios de figuras políticas -como si fueran piezas de ajedrez en un juego de “rapid transit”. La esperanza de nuevos y mejores tiempos sopló en el corazón de muchos por cierto tiempo, pero luego se desvaneció en el aire…

Y así los encontramos ahora. A estos jóvenes que se afanan por encontrar su espacio y sus razones. En medio de un clima de incertidumbre, desolación y desesperanza, que asustaría al más valiente… Donde muchas veces la “consigna” más clara es “sálvese el que pueda”. En su corta vida ellos han visto cambiar al mundo de forma espectacular, y más todavía a “su mundo” (es decir: el entorno en que viven, que influye de manera decisiva en su desarrollo como personas). Estos son los componentes (y sujetos) de la Pastoral Juvenil en Cuba.

Hemos tratado de mostrar brevemente el entorno (político, económico, social, eclesial) en que han crecido los jóvenes cubanos. En la segunda parte de este tema vamos a intentar un “retrato” de estos jóvenes y su relación con la Iglesia Católica.

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